La presencia del alcohol en distintos ámbitos de la vida aumenta la dificultad para enfrentar una adicción. Cambiar de hábitos implica renunciar a actividades que los demás no entienden sin la presencia del alcohol. "El problema es que yo no sé tomarme una cerveza. Si me tomo una, me tengo que tomar 800. Y eso es lo que la gente no comprende". "La línea entre ser bebedor social y convertirse en alcohólico es muy fina, tan fina que no sabes cuándo se supera. A veces me pregunto cuándo fue, pero no sabría contestar".
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