Los clientes rusos no tienen ningún problema de acceso al crédito y piden menos hipotecas, por eso se los disputan las inmobiliarias. Se pueden permitir comprarse casas del máximo lujo y que llegan a alcanzar los cinco millones de euros de precio. Son exigentes y saben lo que quieren, llegan a España atraidos por el buen clima y las playas. Aunque la mayoría vienen de vacaciones algunos terminan quedándose.
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