Ser adolescente es difícil, pero ser adolescente y del colectivo LGTBIQ+ es un horror. Es una experiencia a veces suave, reconfortante porque refuerza muchos vínculos familiares y de amistad; pero muchas veces es traumático, rompiendo relaciones, dejando cicatrices emocionales, incluso con violencia ya sea externa o autoinflingida. Dejamos unos testimonios al respecto.
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