Que Robinson Crusoe, un personaje de novela abandonado y alejado de la vida humana en una isla solitaria haya alcanzado una mayor celebridad que Alexander Selkirk, un marinero escocés que efectivamente vivió varios años en una isla y que al ser rescatado estaba al límite de la condición humana, podría demostrar la superioridad de la ficción sobre la realidad.
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