“Lloyd no sólo fue un gran comediante, sino también un cineasta innovador, un buen fotógrafo y un excéntrico que se atrevió a ser un gran filántropo. Fue protagonista de las escenas más atrevidas del cine mudo, como la del hombre que cuelga de las manecillas de un reloj a gran altura en El hombre mosca. Su personaje esencial era el típico muchacho que siempre vestía de traje, usaba gafas redondas y sombrero de paja, atuendo que lo hacía parecer un tipo tímido y vulnerable ante los hombres, pero muy simpático para las mujeres”
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