La abdicación del rey Juan Carlos es la última prueba, la definitiva, del enorme deterioro institucional que vive España. Incluso en el palacio más alto del país se rinden a una evidencia que durante años intentaron negar. No es una crisis económica. No se va a arreglar simplemente con la recuperación del PIB. Es el fin de una era, una crisis sistémica, el colapso del modelo institucional, político y territorial de la Transición, que se rompe por las costuras porque ya no aguanta más.
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