La bibliografía científica sobre los lácteos y el cáncer es poco concluyente. No son imprescindibles, pero, si los vas a tomar, todo apunta a que los lácteos enteros son mejor opción que los desnatados. Una vez más, parece que alterar en exceso la matriz alimentaria original del alimento, aislando sus componentes y despreciando la sinergia en que estos actúan, no ha sido buena idea.
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