Estos días vengo observando en las redes sociales mucho asco ante el clima político. Como psicólogo social, esto no me sorprende. Tampoco los desmesurados porcentajes de abstención (alrededor de un 60% si se cumplen los pronósticos) que parecen dar las encuestas. Aunque la verdad es que me esperaba otra cosa, a pesar de este sistema anestésico de voluntades. Ya, qué le voy a hacer, soy de los optimistas. Vale que son elecciones europeas. Vale que es difícil que las cosas cambien. Pero desde luego no votar está demostrado que no cambia nada.
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