La mayoría de las personas se quejan cuando, por ejemplo, su vuelo sale con retraso. O cuando tardan en atenderlas en un restaurante. Luego estamos los que nos quejamos por todo: los emperadores de la queja. Somos aquellos que, incluso en una situación positiva, nos afanamos en encontrar algo susceptible de ser criticado. disfruto poniéndole pegas a todo, observando el vaso medio vacío. Me jacto de hacer ver a los demás esa parte mala que ellos, pobres conformistas, no han sido capaces de detectar. Refunfuño tanto que lo bordo. Soy un estilista
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