En su labor cotidiana, el personal del Diputado del Común tiene conocimiento y ve como cientos de ciudadanos anónimos acuden a aquella institución al amparo y en defensa de sus derechos, no son pocos los casos en que esos derechos cuya defensa interesan son precisamente los de representación y participación. Se da la paradoja, que no deja de ser curiosa, de que siendo ellos -los trabajadores del Diputado del Común- los que ven precisamente vulnerados por aquel sus legítimos derechos, no tienen a quien acudir. ¿Quién les defiende del defensor?
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