Sorprende que la hipótesis de que algo así ocurriera no hubiera sido tenida en cuenta por los medios de comunicación. Pero mucho más que eso inquieta la incógnita de qué va a hacer el Gobierno con la actual cúpula judicial y con el Tribunal Supremo en particular. Porque un país democrático normal no puede tener a personas como Marchena y como Lesmes, y unos cuantos más, mandando en la estructura judicial.
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