Todos asociamos el éxito de una persona a una mezcla de trabajo duro y un especial don. Por ejemplo, Mozart sin duda debía de ser un niño especialmente dotado si compuso aquella música tan hermosa. Bill Gates también debía de ser una suerte de superdotado de las computadoras. Sin embargo, ¿y si en realidad no importara tanto el talento innato a la hora de sobresalir en alguna actividad? ¿Y si fuera verdad aquello de que cualquier trabajo es un 1 % de talento o suerte y un 99 % de transpiración?
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