Tenemos derecho a tener la seguridad de que los jueces que nos van a juzgar no van a decidir conforme al nivel de decibelios de la calle. Si los tribunales tienen que someterse a la presión social, todos estamos perdidos, se acabó el Estado de Derecho. Esto es una ingenuidad, seguro, pero me gustaría que todos aquellos que estos días han gritado contra los jueces de Pamplona llamándoles "escoria humana" y aludiendo a la violación de sus hijas se imaginaran por un segundo que son ellos mismos los que se sientan en el banquillo.
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