El Estado neoliberal protege a los delincuentes de cuello blanco. No actúa contra ellos, y si lo hace es de forma excepcional. Siempre es bueno contar con un chivo expiatorio. Lava la cara y de paso crea una cortina de humo. Nunca persigue de manera sistemática a quienes defraudan la hacienda pública, la seguridad social y evaden capitales. Sirva como ejemplo la actual reforma laboral. Mientras se avala el despido exprés por razones objetivas del empresario evitando con ello pagar indemnizaciones, los altos cargos siguen blindándose
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