Desde el jueves estamos viviendo, en directo, un lamentable espectáculo que no hace más que dañar a la política y a la democracia. Un líder en horas bajas y una presidenta autonómica con una seria sospecha de corrupción sobre su cabeza, enfrentados en una guerra sin cuartel que ha activado, además, y de manera peligrosa, a la calle. La renovación del liderazgo por la vía trumpista, como reclamaban los manifestantes ayer, puede producir un daño irreparable en un partido de gobierno.
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