El conductor de autobús habría ocultado a la empresa desde 2015 que era epiléptico. El juez instructor considera que no hizo objeción alguna, para mantener su puesto de trabajo. Además, el trabajador era sabedor de que por el permiso de conducción que tenía (clase D), y que le permitía el transporte de pasajeros, no era compatible el tratamiento que estaba siguiendo con fármacos antiepilépticos.
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