Antes de que existieran las figuritas de Lladró o los muñecos articulados de Batman las personas tenían la peregrina costumbre de decorar sus salones con cadáveres disecados de animales. Cabezas de jabalí, comadrejas en posición de ataque o búhos de mirada perpleja inmortalizados convivían en las viviendas “rústicas” con sofás de eskai, cuadros de escenas de caza y enciclopedias forradas en piel con el plástico puesto.
|
etiquetas: taxidermia , disecar , animales , dignidad