Todo empezó en la década de los años 80, cuando Ruth puso su cuenta de teléfono a nombre de su perro Jasper ya que la compañía telefónica le dijo que la única condición era que tenía que ser "un miembro de la familia y vivir aquí".A partir de entonces comenzaron a llegarle cartas y más cartas con ofertas de tarjetas de crédito, solicitudes para la universidad e incluso notificaciones de que había ganado "un gran premio".¿Y por qué la dueña no avisó para que dejen de enviarle esas cartas?
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