“Mi mujer y yo tenemos una cierta edad, y nos es imposible leer”, arranca receloso Antonio González, que acaba confesando, la voz cascada al otro extremo del teléfono: “Soy ciego de un ojo, y del otro veo muy poco”. A sus 82 años, el hombre pudo recuperar finalmente el viernes los 30.000 euros que con mucho trabajo, él y su mujer acumularon durante años como clientes de Caixa Galicia, y que durante algún tiempo temió perdidos, tras caer en la trampa de las preferentes.
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