Cuenta la leyenda que un autómata de madera vestido con los ropajes de un monje, el Hombre de Palo, recorría el centro del Toledo del siglo XVI mendigando para regresar al final del día a la casa de su anciano y paupérrimo amo con lo poco que había conseguido. Su supuesto artífice era Giovanni Torriani, más conocido como Juanelo Turriano, un auténtico maestro de la relojería y la ingeniería, al nivel del mismísimo Leonardo Da Vinci, que de forma inmerecida ha quedado prácticamente olvidado en las arenas del tiempo de la historia de nuestro país
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