La escena transcurre en una guardería. Jamie Oliver enseña a los niños una pera, una coliflor, acelgas... La mayoría no lo ha visto en su vida. Este detalle, aparentemente sin importancia, es la punta del iceberg de un drama que afecta de modo especial a los países anglosajones pero que se extiende a escala global. "No estamos enseñando a nuestros niños a comer", explica el cocinero británico, "somos la primera generación cuyos hijos vivirán un promedio de 10 años menos que sus padres".
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