Basten las magníficas ilustraciones de Arturo Asensio para El Mundo para darnos cuenta de dónde radica la mayor perfección evolutiva del hombre (varón) moderno; no se encuentra, en contra de lo que podría pensarse, en su mayor capacidad craneal, que es considerablemente menor respecto a la del sufrido neandertal aunque supuestamente tengamos más circunvoluciones cerebrales que él. No. Se encuentra en... la entrepierna.
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