Soledad Torrico no entendía de “reales decretos”. Había sido despedida de su trabajo, pero estaba inscrita como demandante de empleo y su marido trabajaba. Estaba cubierta, pero no lo sabía. Por eso, al acudir a su centro de salud por una tos acompañada de fiebre, no se sorprendió de que le dijesen que su tarjeta no funcionaba. Estaba estropeada, pero ella lo interpretó como un rechazo. Fue al hospital hasta dos veces, pero a la tercera le dijeron que le iban a cobrar si volvía. El motivo: que no era su hospital de zona, pero ella y su marido..
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