La burbuja inmobiliaria volvió a construir ciudad nueva a destajo en los dosmiles. En esa producción incesante de manzanas de pisos de viviendas, no había tiempo apenas para construir dotaciones públicas o espacios comunes (parques, coles, centros de salud, etc)… así que algunos metros cuadrados de campo se quedaron encerrados entre viviendas y carreteras, descontextualizados de su entorno rural. Lo que antes era campo se convierte entonces en vacío acorralado. Ni campo ni ciudad, vacío. ¡Un vacío… lleno de posibilidades.
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