La mayor parte de los conquistadores tuvieron un destino trágico, acorde con la situación límite en la que quisieron vivir. Algunos de ellos obtuvieron dinero suficiente para disfrutar de una vida holgada; sin embargo, decidieron vivir en el filo de la navaja. Muy pocos fueron los que murieron en su cama, ricos y rodeados por el cariño de los suyos. La codicia los enfrentó y fue frecuente que unos adelantados o capitanes generales realizasen incursiones en otras gobernaciones limítrofes para entender el secreto de ellas
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