Un grupo de taxistas decidió hace algunos meses imprimir y pegar en sus vehículos unos adhesivos en los que se informa del precio aproximado de una carrera al aeropuerto. La trampa de los conserjes de los hoteles es una de las mayores lacras del sector. Un cliente quiere un taxi para ir al aeropuerto. El empleado llama a la radioemisora amiga, que le paga un tanto por cada carrera conseguida. El taxista enjabona al botones --hasta 10 euros-- y luego carga ese sobrecoste en la tarifa final con comisiones que no existen.
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