Las empresas energéticas y de alimentación han mantenido los mismos precios altos sin verse perjudicadas por la competencia y, cuando reducen costes de producción, son sus accionistas quienes se benefician de ello, y no las y los consumidores. Esta “inflación de la codicia” ha provocado que las empresas energéticas y de alimentación hayan más que duplicado sus beneficios en 2022, distribuyendo 257 000 millones de dólares en dividendos a sus ricos accionistas, mientras más de 800 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches.
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