Todo empezó con el impresor Aldo Manucio, también conocido como Aldo el Viejo, que trabajó en Venecia allá a finales del XV y comienzos del XVI. Entonces Venecia era un potencia en el incipiente mundo de la impresión de libros. Aldo veía su trabajo de una forma ligeramente diferente a otros impresores y pensó en que sería bueno que la gente tuvieran libros más pequeños y manejables. Así, podrían leer más y en más sitios. En cierto modo, fue un precursor del libro de bolsillo actual.
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