Hace sesenta años la Unión Soviética detonó su primer arma nuclear en una instalación de ensayo en la estepa del noreste de Kazajstán. El lugar del ensayo pasaría a acoger más de 456 explosiones atómicas en sus 40 años de existencia. Los residentes de los alrededores se convirtieron en conejillos de indias involuntarios, expuestos a las secuelas de las bombas. La radiación ha devastado a 3 generaciones de personas, el número total de afectados se cree que es de más de un millón.
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