Philippe Haim Solomon se había esfumado. Cuando la Policía Municipal de Madrid pidió ayuda a la Metropolitana de Nueva York sobre el paradero del empresario y la sede de su sociedad Sinclair & Wilde, el tipo no había dejado rastro y la dirección facilitada era una suerte de buzón. En esta ocasión, a diferencia de lo ocurrido con Luis Medina y Alberto Luceño, el Ayuntamiento de Madrid había denunciado una estafa de 1,2 millones de dólares gastados en medio millón de mascarillas que no servían para nada.
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