Frente al furgón policial y rodeado por cuatro agentes de autoridad que no han querido identificarse, vacían mi mochila y me dicen que mire al suelo. “Si te queremos pegar, lo vamos a hacer sin que nos vea nadie” Mirando al suelo, solo pienso en la forma de protegerme la cabeza y el estómago en el momento en que comenzaran a agredirme. Me zarandean y me pellizcan los pezones. Sabía que nadie me estaba viendo. Las imágenes de la agresión a Gorka Ramos cruzaron por mi cabeza y helaron mi sangre en un escalofrío.
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