Los cerdos que criaban los zebalín (cristianos de la minoría copta que podían explotar estos animales), se alimentaban con los desechos orgánicos de la ciudad de El Cairo, pero la implacable orden dada en mayo por el presidente Mubarak de exterminar los 300.000 cerdos de Egipto con objeto de prevenir posibles consecuencias de la gripe A ha dejado a la ciudad sin una parte muy importante de sus “barrenderos”. Ahora, en muchas calles de la capital egipcia se amontona la basura.
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