El 15 de octubre de 1985, a las siete de la mañana, Steve Christensen, coleccionista de documentos antiguos, volaba por los aires al abrir un paquete con una bomba casera que acababa de llegar a su oficina, en Salt Lake City. Un par de horas después, Kathy Sheets, esposa del socio de Christensen, recibió un paquete bomba similar en su casa. También murió a causa de la explosión.La empresa de Christensen y Sheets estaba en bancarrota y la policía manejó la hipótesis de que los asesinatos fueran obra de algún deudor vengativo.
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