(C&P) Reconozco que cuando leo o escucho a un bróker se me eriza la piel y me entran ganas de coger el biberón y enchufárselo al déficit público.Porque el arrobo con que los guardianes de la ortodoxia económica hablan de sus indicadores sólo tiene parangón en la dulzura con que las madres hablan a sus retoños. (...) Lo suyo es ganar dinero para un sistema que defienden con la misma intensidad con que una madre protege a sus hijos.
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