Quienes dirigen el mundo no velan por nosotros: buscan su propio beneficio. ¿Nosotros? Somos como el hombre mediocre. Alguien que no lucha por ideales sino que, incluso, los combate porque afectan a su estabilidad, y se vuelve sumiso a toda rutina, prejuicios y domesticidades, para convertirse en parte de un rebaño o colectividad cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente”. Es hora de que aprendamos los riesgos y la dicha de ejercer la libertad y el compromiso. Somos responsables de su solución.
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