Érase una vez, en la ciudad de Providence, un escritor llamado Howard Phillips Lovecraft cuya enorme maestría para construir relatos de terror le condujo a inventar un libro mágico de malignos poderes llamado Necronomicón. La verosimilitud con que envolvió cada detalle de este grimorio fue tal que muchos de sus lectores se preguntaron si no existiría de verdad, cuando no lo afirmaron categóricamente. Para perpetuar el engaño algunos artistas decidieron crear su propia réplica de la obra, el Antiquarian Bookman publicó en una de sus ediciones
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