Cuando el doctor Javier García Samaniego comenzó su residencia en el Hospital de la Princesa de Madrid, los hepatólogos estaban preocupados por una forma de hepatitis que contaminaba los bancos de sangre y, a la larga, producía cirrosis y cáncer de hígado. La llamaban “no A, no B”, las dos conocidas en aquel momento. El año que terminó su especialidad, en 1989, un grupo de investigadores dieron con el virus de la hepatitis C e identificaron su transmisibilidad a través de la sangre. En España, que está en una posición privilegiada para eliminar
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