En unas elecciones, crecer y ganar votos no siempre es sinónimo de triunfo. Hay derrotas que pueden ser más dolorosas que la pérdida de sufragios en las urnas. Y este duro escenario es el que comienza a asumir EH Bildu, que está interiorizando a nivel interno que las expectativas de crecimiento que tenía hace apenas unos meses con la salida de prisión del histórico líder batasuno Arnaldo Otegi no va a producir, ni mucho menos, el efecto deseado en las elecciones autonómicas vascas.
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