Comparado con las cápsulas utilizadas anteriormente (las Mercury y Gemini), los Apolo resultaban casi palaciegos. Al menos, los astronautas podían soltarse los cinturones de seguridad, flotar por la cabina e incluso dar alguna voltereta. Tan solo cuatro años antes, los dos ocupantes del Gemini 6 habían tenido que sufrir 15 días encerrados en un cubículo del tamaño de un coche pequeño –un Smart, por ejemplo- sin poder abandonar sus asientos. Ni para comer, ni para dormir, ni siquiera para atender a sus necesidades fisiológicas...
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