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Hubo un día en el que subirse a un avión fue bonito, cómodo y aspiracional. Hoy la mayoría ya lo odia

Un golpe de realidad. Hemos pasado de ver al avión como un transporte de lujo y asociarlo con una experiencia atractiva y única a rezar porque nada ocurra si tenemos que tomar uno. . No es una cuestión únicamente de sensaciones. Los pasajeros empiezan a estar realmente hartos de las prácticas de las compañías. En Financial Times ponen como ejemplo un pasajero estadounidense que viaja regularmente con Southwest Airlines. En sus cinco viajes anuales al mismo destino vivió retrasos, cancelaciones por diversos motivos y pérdida de la maleta.

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