Con una producción energética optimizada para la demanda de estos hoteles y alojamientos, y con una readaptación del interior (bombillas de bajo consumo y lámparas de LED, calefacción y agua caliente por sistemas solares térmicos, cristales dobles aislantes, alumbrado automático, regadío de jardines con agua de lluvia almacenada, etc.); podemos conseguir una reducción importantísima de las emisiones de CO2 a la atmósfera (hasta un 80% en casos reales) y un ahorro energético que repercute directamente en el entorno del lugar.
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