El mismo año en el que España enviaba a su mejor científico, Santiago Ramón y Cajal, a la Guerra de Cuba, un ingeniero escocés publicaba unas fotografías de la Luna que ahora parecen tomadas por el astronauta Neil Armstrong desde la ventanilla del Apolo 11. Los primeros retratos del satélite mostraban la misma "magnífica desolación" de la que habló Buzz Aldrin casi un siglo después. Allí estaban los cráteres inalterables, las cadenas montañosas y los mares de la Luna contemplados en televisión por medio planeta en 1969. Pero era el año 1874.
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