Hubo un tiempo en el que las crónicas policiales hablaban de operaciones contra delincuentes en las que rara vez trascendía la identidad de los mandos. No era habitual saberse de carrerilla el nombre de comisarios e inspectores, mucho menos sus motes. Hoy ese pacto tácito ha saltado por los aires y los papeles se han invertido. Personajes como José Villarejo, Eugenio Pino o el Gordo, entre otros, protagonizan un escándalo por entregas que dibuja una época en las altas esferas de la Policía donde los sospechosos pasaron a llevar uniforme.
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