La manipulación de los hijos tras la separación genera en los menores odio y dificultades para relacionarse. Algunos niños toman partido por uno de sus progenitores tras la ruptura y al otro le odian hasta el extremo. Después de la ruptura conflictiva de una pareja, comienza la guerra emocional. Se forman bandos. Los amigos, los hermanos, la familia... se decantan por uno u otro y, los hijos, en medio del «campo de batalla», también sienten la necesidad de elegir; les resulta difícil ser neutrales.
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