Henri Parot no dejó de llorar tras su detención. Los funcionarios que le vigilaban en su celda de la extinta cárcel de jóvenes de Carabanchel no le quitaron los ojos de encima. Temían que se suicidara. El terrorista, uno de los más sanguinarios de la historia de ETA (tiene casi 5.000 años de condena por 26 asesinatos), llegó derrumbado a la prisión. Poco antes había sido detenido en un control de la Guardia Civil cerca de Sevilla. Fue el 2 de abril de 1990. Iba en un coche cargado con 300 kilos de amonal y pretendía causar una masacre en la cap
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