Creo que de adverbios está empedrado el infierno, y estoy dispuesto a vocearlo desde los tejados. Dicho de otro modo: son como el diente de león. Uno en el césped tienen gracia, queda bonito, pero, como no lo arranques, al día siguiente encontrarás cinco, al otro cincuenta … y a partir de ahí, amigos míos, tendréis el césped “completamente”, “avasalladoramente” cubierto de diente de león.
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