Nuestro planeta contiene un registro de los acontecimientos del pasado en los lugares más recónditos. Los cambios que sufrió nuestra atmósfera están escritos en los testigos de hielo, las estalactitas de las cuevas, los arrecifes de coral y las conchas de las almejas. Desde hace más de un siglo, además, los científicos han aprendido a leer el pasado en el corazón de los árboles, donde pueden observar las variaciones climáticas y asociarlas con el auge y caída de distintas civilizaciones.
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