Cualquier persona, sin necesidad de dedicarse a lo jurídico, ha oído eso de que el domicilio es inviolable. Efectivamente, es un derecho fundamental recogido en nuestra Constitución que impide el acceso a nuestro hogar con dos excepciones: que nosotros mismos lo consintamos, o que una resolución judicial lo autorice. El mismo precepto recoge también como derechos fundamentales la intimidad, el honor, la propia imagen y el secreto de las comunicaciones. Todos podemos hacernos una idea, aunque sea en abstracto, de lo que supone el respeto...
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