Algo similar ocurre con los humanos. Según una investigación de Carsten De Dreu , publicada en la revista Science en 2010, la oxitocina, "la hormona del amor", puede actuar como un arma de doble filo: por un lado consolida el amor del grupo y por el otro, despierta la agresividad hacia los demás. "Nuestros resultados sugieren que el comportamiento de cohesión del grupo entre los chimpancés frente a la amenaza exterior se apoya probablemente en el mismo mecanismo fisiológico sugerido para el altruismo parroquial humano.
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