Al final de su jornada laboral, buena parte de los carteristas del metro de Barcelona se dirigen a la plaza de El Molino, en la avenida del Paral.lel. Allí se reúnen, a pasar la tarde, a revisar sus mensajes de móvil, a sentarse en los bancos y en las aceras. Los vecinos de la calle de Salvà denuncian de forma reiterada las constantes reuniones de los grupos de carteristas frente a sus comercios favoritos: un locutorio, un bar y un colmado. «Es el triángulo de los carteristas», dice un vecino.
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